Capítulo 29: Bienvenido, su alteza.
≈ Media hora antes de la llamada de Antón Meyer a Armin. ≈
En una pequeña y oscura oficina, un hombre de cabello corto y oscuro como la noche, observaba impaciente la puerta de roble de su oficina, mientras que sus dedos, tamborileaban lentamente sobre su escritorio.
― ¿Qué? ―preguntó con brusquedad cuando alguien llamó a la puerta
― ¿Puedo entrar su excelencia? ―preguntó la tímida, pero suave y dulce voz de una mujer
Al reconocer de quién se trataba, el hombre tras el escritorio soltó un gruñido antes de responder.
―Entra ―dijo con frialdad
Con cautela, la mujer abrió la puerta, sin embargo, al ver el semblante serio del hombre, ella no se atrevió a entrar.
Usualmente, la persona detrás de aquel escritorio era alguien que siempre sonreía, por lo que, difícilmente, podías saber si se encontraba de mal humor, pues aquel hombre, podía dar la más cruel de las órdenes con una radiante sonrisa en el rostro.
Sin embargo, aquella noche, el hechicero Mendel tenía el ceño arrugado y la sonrisa