Epílogo.
Sintiendo como el corazón se subía hasta su garganta, Anna subió las escaleras siendo seguida por Byron, quien, al llegar al segundo piso, la tomó de la cintura y la instó a seguir subiendo al sentir las ganas que tenía de salir corriendo hacia su habitación para hacer algo de tiempo.
― ¡Ah! Buenos días princesa ―la saludó un joven que parecía una copia exacta de Ragnar, solo que mucho más joven ―Por fin te veo temprano en casa ―
―Buenos días, Sander ―dijo Anna con una sonrisa ―Sucede que papá Gabriel fue a buscarme para darme las buenas noticias, ¿sigue despierto? ―
―Sí, le he dejado su desayuno ―
― ¿Sabe que ya llegué? ―
―Sí él no sabía que estabas aquí, él tampoco lo sabe ―le dijo Byron
―Ah… Cierto ―masculló Anna ― ¿Cómo me veo? ―preguntó tras quitarse su anillo y entregárselo a Byron
Al dejar de estar en contacto con su piel, el hechizo glamour que se encontraba en su anillo perdió inmediatamente su efecto.
―Hermosa ―dijeron Byron y Sander a la vez
―Sin embargo, dudo mucho que le