Te amo, nena

Capítulo 59

Qué largo se hacían los días para Ran.

Larguísimos, mientras esperaba la llegada de la noche, una y otra vez. Dormía durante toda la mañana, apenas hacía otra cosa que esperar a que el sol cayera para ponerse en marcha, hacia ese caminito que recorría a diario. Al poco de llegar hizo que Tara adquiriera una nueva vivienda, más cerca de la mansión Watanabe y que le permitía ir y venir en pocos minutos.

Ya no soportaba tener que recorrer media ciudad para verla. A ella y a su hijito amado al que veía crecer como un calabacín, asombrado por los estirones que daba.

Azaki le decía que estaba loco y que lo que hacía era insostenible. Que ella se iba a dar cuenta y lo iban a pillar. Si eso pasaba, probablemente la Watanabe lo sacaba de su vida para siempre y capaz que ni lo dejaba ver al niño. Él replicaba que estaba teniendo mucho cuidado y que no le dijera esas cosas hirientes. Estaba haciendo lo que podía, le dijo a su hermano.

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