A Aiko Watanabe, la vida la obliga a jugar en un papel que no quiere: sumisa, ingenua, tonta e inmadura. Es lo que se espera de ella pues en el tipo de sociedad en que vive, poco más puede hacer. Al menos eso creyó hasta que el destino la puso en el camino de Ran Masaharu a través de un omiai (matrimonio por acuerdo). Él es guapo, guapo, muy guapo, encantador, avasallador ¡y un pervertido!. La enfrenta a muchas cosas que a ella le hacen plantearse si realmente no tiene opciones de vivir distinto o no tiene el valor de salir de su zona de confort. Empieza a desear más y más. Quiere ser tan libre como él. Pero cuando empieza a ejercer ese derecho Ran interpreta que no lo quiere a él y pone kilómetros de distancia entre ellos. La Watanabe deberá espabilar si quiere comerse a ese bombón y al mismo tiempo librarse del yugo de ser la dama que exige la buena sociedad que la rodea. Watanabe Chan se pone en pie con el puño en alto. ¡Ella será libre y Ran será suyo por siempre!
Leer másWATANABE Chan Autora: Coke del Castillo
Obra original. Reservados todos los derechos de autor. Prohibida la redifusión, modificación o apropiación indebida.Capítulo 1Watanabe chan entra al despacho y descubre a Ran con otra mujer. Se le cae todo lo que lleva en las manos haciendo un sonoro escándalo y acabando con la posibilidad de desaparecer discretamente y sin ser vista. El bento que con tanto cariño preparó para su prometido, quedó desparramado en el suelo de ese despacho junto con su corazón. La lonchera abierta dejó salir el contenido y toda la hermosa comida: los delicados brotes, los chips de raíz de loto crujientes, las verduras condimentadas, la exquisita carne y el omurice, que hasta hace unos segundos se veían en la caja de madera colocados de forma armoniosa y bella. Se hicieron un asco al colisionar contra la tarima de madera que cubría la oficina del CEO. Y así mismo se sintió Aiko. Del asco.La chica bajó la cabeza decidiendo qué hacer en una situación así mientras los dos protagonistas del momento, ese par de infieles, se quedaban paralizados por la sorpresa de ser atrapados in fraganti. Con la misma inercia que la llevó hasta el gabinete de Ran Masaharu, ella dio la vuelta y salió, tan deprisa que no dio tiempo a decir nada. Por suerte era la hora del almuerzo y no había nadie en esa planta. No la vieron llegar y tampoco la verían salir, humillada. Por supuesto, ese era el mejor momento para su prometido, ahora su ex prometido, corrigió mentalmente, para cometer sus fechorías, creyendo estar a salvo de miradas indiscretas. Era muy listo al parecer. Si a ella no se le hubiese ocurrido la brillante idea de... En fin, no lo esperaba de él. Creía que era un hombre honorable y se equivocó de mala manera.Le importó poco escuchar sus gritos llamándola para que lo esperara. "Sí, claro. Quiere que lo espere para explicarme que no es lo que parece. ¡Ese pervertido no volverá a engañarme!", iba pensando mientras aceleraba el paso hacia la salida. No pudo llegar, era pequeñita y sus piernas no daban para más. Encima tuvo la maravillosa idea de visitarlo llevando un yukata y esa era un tipo de prenda que no le dejaba dar grandes zancadas, así que Ran la alcanzó antes de llegar a la salida y en vista de que no se detenía ni se volvía a mirarlo, la sujetó por el brazo bruscamente. Lo que no esperaba es que ella jalara con tanta fuerza para soltarse de lo rabiosa que estaba. Volvió a agarrarla esta vez con más fuerza mientras la gente que andaba por el vestíbulo los miraba con la boca abierta por el forcejeo. Él la atrapaba y ella se soltaba, y otra vez la cogía por los brazos y ella tiraba el cuerpo hacia adelante, y todo eso en rápida sucesión y sin decir ni mu. Casi parecía un baile. Hasta que él se hartó del tira y afloja y se puso firme con ella.—¡Aiko, basta ya! —le espetó el hombre en voz baja.—¡Kusokurae! (¡Vete a la m****a!) —y eso fue un grito que se escuchó en todo el recibidor. Ran se quedó tan impresionado que en otro momento hasta se habría reído. ¿La Watanabe sabía decir palabrotas?. ¡Si de común era como un conejito de peluche!.—Muy bien. Me iré a ese sitio después de que me escuches, no antes —aún no la soltaba del agarre. —Mejor te vas desde ahora. No voy a escuchar nada que venga de ti ¡y suéltame ya!.Esta vez Aiko dio un tirón mayor para escapar de sus manos que la apretaban fuerte, pero lo que consiguió fue que la tela del yukata, de algodón ligero, se rasgara en la parte alta, cayendo a los lados y dejando sus pequeños pechos casi fuera hasta los pezones. Con esa prenda no solía llevar sujetador así que todo quedó al aire y a la vista de todos antes de poder taparse con las dos manos, al tiempo que se le escapaba un grito.Su novio la giró y la pegó contra él y está vez Watanabe chan se dejó llevar mansamente metiendo la cabeza en el centro del poderoso pecho y suplicando que la tierra se la tragase. Ran recogió los restos de la prenda rota para envolverla como pudo sobre el cuerpecito de la muñequita e hizo señas a su fiel asistente que, como siempre, esperaba a dos pasos de su jefe. Le indicó que le trajera algún abrigo para tapar a la mujer antes de sacarla de allí, con supuesta premura.Era la primera vez que la tenía así de cerca y lo estaba volviendo loco. Esos pocos segundos en que pudo verle los pechos blancos como la nata y con los pequeños y perfectos pezones de fresa, sintió como despertaba su instinto cazador. La reacción fue tan rápida e inapropiada que tenerla abrazada los salvaba a los dos de la vergüenza, a ella por sus partes altas y a él por sus partes bajas. Ran estaba disfrutando de tenerla así voluntariamente, por lo que no se estaba dando tanta prisa en llevársela. El asistente le dio una manta ligera y la envolvió con ella hasta la cabeza como si fuera un rollito primavera. Y así la tomó en brazos y la llevó al estacionamiento. El ayudante abrió las puertas de la limusina y se sentó junto al chofer en tanto que Ran colocaba a la mujer suavemente en el asiento trasero. El vehículo arrancó y él señaló que fueran a casa de la chica.La mujer ni siquiera se movió aunque se escuchaba un suave sollozo. Evidentemente ella creía que la estaba engañando con aquella mujer de la oficina. ¿Cómo es posible que le pase esto otra vez?. Años atrás, perdió al amor de su vida, Alexa Sánchez, la mujer que mas amó, por una infidelidad involuntaria con su supuesta mejor amiga, que lo drogó con un afrodisíaco para tener sexo. Alexa lo vio todo y terminó con él. Eso lo dejó devastado mucho tiempo después y apenas se empezaba a recuperar. Ran no podía creer que le pasara lo mismo por segunda vez. Esto parecía alguna especie de karma que tenía encima. Iría a un brujo de Beijing a que se lo quitase. No podía quedarse con ella mucho rato porque el trabajo de ese día era acuciante, así que le daría una breve explicación a lo que vio y más tarde la llevaría a cenar para aclararle ciertas cosas que había estado cavilando durante ese tiempo. Era hora de tener una buena charla con su pequeña futura esposa.................Cuando conoció a Aiko Watanabe, se comprometió con ella por omiai, un arreglo matrimonial del que libró a su hermano mayor, que no lo quería porque estaba enamorado de otra mujer. Ran lo hizo por eso y por salvar el honor de su familia también. Esa mujercita hizo que su corazón sintiera un poco de esperanza. Quizá podría enamorarse de nuevo, pero cuando quiso casarse con ella de inmediato y le propuso adelantar la fecha del casamiento, Aiko le rechazó, demostrando así que no sentía nada por él y que seguía enamorada de su hermano. Eso le quebró la ilusión y desde entonces apenas la había visto ni habían cruzado palabra. Tanto fue así, la distancia que puso entre ellos, que ni siquiera la llevó a la boda de su hermano, a pesar de que la chica era una gran amiga de su cuñada Rous. Su prometida tenía todo preparado para viajar a la boda en España, que es donde residía toda la familia y también los novios. Cuando llegó sin ella, todo el mundo se lo reprochó, porque Aiko les gustaba y la esperaban, ilusionados. Sobre todo sus padres que apenas la conocían y deseaban intimar un poco más con la niña en ese viaje. La más decepcionada fue la heredera Watanabe, que hasta el último momento no supo que la iba a dejar tirada en Japón, sin decirle nada, ni avisarla.Pero a Ran no le importó como se sentiría su prometida. Estaba resentido con ella y aunque sabía que se estaba portando como un idiota, simplemente eligió que prefería hacer eso a seguir haciéndose ilusiones con ella. Al final, como siempre, el que acabaría con el corazón roto sería él y no podría soportarlo por segunda vez. Con Alexa le costó la salud mental, emocional y física por lo que estuvo bastante tiempo en terapia para recuperarse. No se iba a exponer por de nuevo y menos por una niña inmadura como Aiko. ¡Ni hablar de eso!.Sin embargo, hoy se dio cuenta, al verla aparecer, que debía explicarle cuáles serían los términos de su relación a partir de que se unieran en matrimonio. Serían esposos de papel y, por tanto, lo que había visto en su oficina ni siquiera debía importarle. Eran un simple contrato y nada más. Su error fue no aclararlo antes. No quería que ella pensara otra cosa, ni que resultara dañada así que una vez que estuviera todo bien claro, las cosas marcharían perfectamente para ellos. Nadie se enamoraría y nadie saldría herido. El plan era perfecto."Miel sobre hojuelas", se dijo.Nota de la autora:*yukata: yukata significa literalmente "ropa de baño", aunque su uso se ha normalizado como ropa de diario. Es parecido a un kimono, pero más discreto en los colores y diseños, sin mangas tan largas y de algodón en vez de seda brillante como este.*omiai: matrimonio arreglado entre familias.EpílogoAiko estaba embarazada de nuevo. Era el tercero y ella lloraba como una niña chica. Siempre empezaba así, llorando, hasta que el subidón de hormonas se estabilizaba un poco, aunque eso no pasaría hasta al menos entrado el tercer mes de embarazo, suspiró Ran. Él era feliz con su nuevo niño. Lo fue con el segundo, Hiro, que ya tenía tres años. Take, cinco. Ellos eran su vida y la luz de sus días. Después de nacer el segundo hijo, Ran volvió a trabajar de nuevo. Estaba bien con su papel de padre y amo de casa, pero necesitaba llenarse con otras cosas también. Su esposa era una gerente exitosa. Él se encontraba bien con ser un ejecutivo del área de marketing, con horarios fijos que le permitían salir a su hora y volver a casa con los pequeños y su esposa. Tenía secretarias, pero por el bien de su salud mental y su imperfecto matrimonio, solo escogía a mujeres de cierta edad que no fueran a insinuarse, ni a tener comportamientos de según qué
Capítulo 63Y así fue que esta vez el esposo pasó a vivir con su esposa, en su casa y sus términos. No había más opción. Ella era la que salía a trabajar cada día mientras él se quedaba en casa haciendo las cosas y cuidando del niño.Aiko había terminado la pasantía con excelentes calificaciones y ahora era una de las principales ejecutivas de cuenta de la firma Watanabe. Un valor en alza, decían los socios de su padre, haciéndolo sentir muy orgulloso. Ran por su parte, también se sentía enorgullecido de su linda esposa y le importaba poco ser el que se quedara en casa. Muchos años pasó trabajando y siendo un hombre relevante de la sociedad empresarial japonesa. Ya no quería eso, ni lo necesitaba. Él solo quería a su Watanabe.Las noches ya no eran una tortura, pues desde el momento en que se mudó a la mansión de sus suegros proclamó su derecho a tener a su mujer por fin. Y vaya si la tuvo. Toda la noche en todas las posiciones posibles que se le ocurriero
Capítulo 62Lo que no se esperaba era que el CEO le pidiera sentarse un momento porque tenía que hablar con él seriamente. Azaki lo miró dudoso. Él sabía lo de Tara, pero también conocía el hecho de que ella había pedido a su amigo que no dijera nada. Ran en principio le había respetado eso, pero desde que conoció a su hijito y entendió lo que era ser padre, le pareció un error tener a Raúl ignorante de eso. Le contaría todo y que el chico decidiera lo que quería hacer. Lo único que no le iba a permitir era dañar más a su amiga. —¿Tengo una hija con Tara? —inquirió Raúl, incapaz de ocultar su conmoción.—Sí, eso es lo que dije. Ya te conté cómo la encontré en Osaka. En aquel entonces aún estaba embarazada —dijo Ran.—Pe… pero… ella se fue sin decirme nada ¿Por qué? —No le parecía bien que se hubiera desaparecido llevándose a su hijita. ¿Acaso esa mujer creía que él era un monstruo insensible y no iba a hacerse cargo?—¿Por qué crees? Ell
Capítulo 61—¡No aguanto más!Eso le gritó a su hermano por teléfono. Ran no podía plantarse en la oficina de Azaki porque aún mantenía su anonimato. Solo el jefe de seguridad de la familia sabía que estaba de vuelta, porque era imposible ocultárselo. El hombre sospechó desde que Azaki Masaharu le ordenó dejar de buscar a su ex jefe. No tardó mucho en descubrirlos a ambos, hablando en una cafetería con pretensiones de que nadie reconociera a Ran. Pero ni usando gorra, gafas y mascarilla se podía ocultar del hombre que trabajó para él por casi media vida. El hombre, inexpresivo, se emocionó al verlo, por fin, sano y salvo. Se acercó a la mesa y no dijo nada, solo se inclinó ante su jefe y dijo que se alegraba de verlo. A continuación se distanció y se colocó como siempre al servicio y cuidado de los CEO. Azaki y Ran lo miraron alucinados. Ese hombre era lo más. Aun así, Ran seguía manteniéndose al margen de la sociedad. No quería, ni le apetecía
Capítulo 60Dicen las malas lenguas que el amor es lo más importante en la vida. Bueno, todos creen que el amor es una especie de remedio para el mundo y todos sus males. Pero Aiko y Ran, que siempre se amaron, rara vez consiguieron ser felices. Tal parece que amor y felicidad no tienen por qué ir juntos, ¿verdad?De hecho, así es.Amar a alguien te puede hacer feliz, igual que otras tantas cosas en la vida, como tener trabajo, casa, hijos, familia… Y aun así, la felicidad puede no estar presente en tu vida, teniéndolo todo. Quizá sea porque lo equivocado no es el amar a alguien, o tener muchas cosas que llenen tu vida, sino el concepto de lo que es la felicidad y lo que creemos que nos hace felices.La felicidad es un estado mental. Es estar en paz. Es decidir estar feliz, incluso si todo lo que nos rodea es triste o no es lo más deseable para una persona. Es una decisión íntima ser feliz en cualquier circunstancia. No estar alegre, sino feliz. N
Capítulo 59Qué largo se hacían los días para Ran.Larguísimos, mientras esperaba la llegada de la noche, una y otra vez. Dormía durante toda la mañana, apenas hacía otra cosa que esperar a que el sol cayera para ponerse en marcha, hacia ese caminito que recorría a diario. Al poco de llegar hizo que Tara adquiriera una nueva vivienda, más cerca de la mansión Watanabe y que le permitía ir y venir en pocos minutos. Ya no soportaba tener que recorrer media ciudad para verla. A ella y a su hijito amado al que veía crecer como un calabacín, asombrado por los estirones que daba. Azaki le decía que estaba loco y que lo que hacía era insostenible. Que ella se iba a dar cuenta y lo iban a pillar. Si eso pasaba, probablemente la Watanabe lo sacaba de su vida para siempre y capaz que ni lo dejaba ver al niño. Él replicaba que estaba teniendo mucho cuidado y que no le dijera esas cosas hirientes. Estaba haciendo lo que podía, le dijo a su hermano.
Último capítulo