La respiración de Nyra se había convertido en un jadeo entrecortado. Dorian la mantenía inmóvil contra la pared, con sus muñecas apresadas por una mano de hierro que parecía poder quebrarlas en cualquier momento. La camiseta desgarrada revelaba su piel bronceada, y el miedo se mezclaba con una extraña sensación de anticipación que ella no lograba comprender.
—No entiendes nada —susurró Dorian, acercando su rostro al cuello de Nyra. Su aliento era caliente, casi amenazador—. Tu padre ha destruido a mi clan, experimentado con nosotros como si fuéramos simples especímenes de laboratorio.
Nyra sintió los colmillos rozando su piel. Un escalofrío le recorrió la espalda, una mezcla de terror y una inexplicable excitación que la hacía sentir vulnerable.
—No sé de qué hablas —respondió ella con su voz temblando—. Mi padre es un científico, sí, pero no un asesino— Una risa seca escapó de los labios de Dorian.
—¿Un científico? —Su tono era de desprecio—. Llamas ciencia a la tortura sistemática d