El trastorno que tenía con el sueño me iba a costar un par de días metido en la cama. Salía de día de un lugar y llegaba de día a mi destino. Salía de noche y llegaba de noche, y no era lo mismo dormir en una silla de avión por más que sea un jet sofisticado. Salí de noche de Grecia y llegué de noche a Bogotá, Jenaro me recogió.
—Señor David, —le sonreí. Me quitó el morral y la guardó en la cajuela del carro—. Señor lo llevo a alguna parte primero o directo a la casa del señor César.
—A mi apartamento Jenaro, debo cambiarme y buscar mi equipo.
Tenía rato de no utilizar mi arma, de hecho, la última persona a quien maté fue al hijo de puta de Garriga. No he matado a muchos, porque mientras estuve buscándolo me encargué de la inteligencia más que en combatir en la selva, aunque estuve en dos enfrentamientos, solo disparaba a la loca, pero asumo que a alguien debí de darle de baja. Esa no era mi intención para estar en ese grupo. Pero por mi entrenamiento sé manejarlas, sé pelear, tengo e