Siete años después.
Habían sido increíbles unos años maravillosos, los que habían pasado. Tantas cosas que nos habían ocurrido y seguíamos al pie del cañón como familia. Él cumplió su palabra de protegernos y creo que cada padre responsable y con los pantalones bien puestos como protector de la familia lo haría. Tanto él como mis amigos supieron darle frente a lo que se nos vino encima.
Pero teníamos a un experto en inteligencia, a un investigador empírico, a un gran abogado y a un peleador de batallas tan grandes como Alejandro. David salió del baño, hoy nos reuniríamos en la Piquería, para terminar de organizar el evento de los quince años de la hija de Maju.
—Brisa, no le hemos comprado el regalo de los quince a Maco y estamos a una semana de ese evento.
—Lo sé, pero con todo lo que hemos estado ocupadas con el quinceañero. Los Abdala se encuentran frenéticos con esa celebración.
—Así como lo estuvimos nosotros hace varios años con el de Adara y hace poco los Maldonado con el de Gab