44. En todo excepto en poseer
Desde el instante en que Frederick tomó mi mano supe que algo no estaba como debía estar. Sus ojos me habían atrapado firmemente en el suelo como si hubiera ejercido un encantamiento sobre mí. Justo estábamos a punto de juntar nuestros labios cuando de repente, algo me arrastró con tanta fuerza que nos separó de golpe, impidiendo que pudiéramos besarnos. Mi espalda impactó contra una sólida pared, generándome un leve impacto.
Me giré rápidamente, casi perdiendo el equilibrio. Al toparme con Alexander, mis ojos se abrieron completamente. Su mirada era como un rayo que podía cortar cualquier objeto en esos momentos. Su mera presencia derrochaba la arrogancia que siempre lo caracterizó.
El ambiente se había tornado pesado. Mientras Frederick me agarraba la mano, cruzó una mirada con Alexander que parecía ser un enfrentamiento silencioso entre dos hombres que buscaban afirmar su poder. La tensión se sentía en el ambiente, como un fino y delicado hilo que estaba a punto de quebrarse en