Valeria entró a la habitación de la suite. Katty lloraba, gritaba, se agarraba de las sábanas.
—¡Solo a ti se te ocurre ponerte a parir precisamente aquí! — le grito a Katty—. Yo no voy a perder mi puesto, por una niña tonta como tú.
La zarandeó sin importarle el dolor que sentía Katty en ese momento.
Toñita empujó a Valeria molesta.
—No le vuelvas a poner un dedo encima o te juro que te sacó los ojos — amenazó Antonia.
—Por favor un médico, ya no soporto —grito Katty.
En ese momento el administrador entró.
—¿Qué sucede...? —Se quedó paralizado, sus ojos se abrieron de par en par y su corazón se agitó, corrió junto a Katty. —¿Qué pasa?, ¿qué tienes?
Katty de la impresión y del dolor que sentía no podía ni hablar.
—¡Está dando a luz! —exclamó Toñita
—¿Qué esperan para llamar un médico o una ambulancia? —ordenó él
—No llores mi amor, estoy aquí contigo. —La tomó de la mano.
Katty asintió y apretó los dientes.
Valeria salió como alma que lleva el diablo a buscar un médico. Antonia tamb