Trago duro e intento pegarme tanto a la puerta deseando que esta se rompa y me deje salir, pero, la suerte no está de mi lado y por eso, no es posible para mí huir como deseo, si no que, soy acorralada por la bestia que será mi esposo.
— Reymond…— Te escucho, mi luna. — dice Reymond y yo tensiono mi cuerpo.— Eres un peligro en todo el sentido de la palabra. — susurro y él sonríe.— Bueno, al menos el peligro que soy para ti es porque tu vagina sufra de tanta fricción y no por algo más. — dice Reymond.— No entiendo cómo puedes hablar tan cómodamente cosas que son delicadas, Reymond.— ¿Con quién más voy a hablar de cosas intimas si no es con mi prometida? — pregunta Reymond.En momentos como estos, me gustaría tener mucha experiencia en este tipo de cosas, para no sentirme así de aver