Es el final. Debo despedirme de una vida que por siglos disfruté. La mujer que descendía a la tierra para deleitarse con los libros y obras románticas, ahora no solo no está viviendo una, si no que, ya no podrá escuchar o ver alguna.
Mi castillo, todas las oraciones que los humanos me enviaban y cada dios o diosa que conocí, desaparecerán hasta que la muerta Elise no pueda siquiera pensar en ellos. Toda mi vida, la que si amé vivir, ya no podré tenerla.— No puede ser posible. — susurro mientras mi vista se nubla.— Mira el lado bueno…— ¡¿Qué es bueno en todo esto, Freynhea?! ¡Voy a morir, Freynhea!— Todos los que están en el planeta tierra mueren. Ningún ser vivo posee la inmortalidad. Así que, eso iba a suceder.— ¡No es justo! ¡Yo no dividí mi alma! ¡¿Por qué