A Reymond no le importa que le diga que se detenga, él solo me levanta como si fuera algo fácil de mover y entra conmigo a uno de los salones donde con solo cerrar la puerta uno tiene la privacidad que desea.
La mesa, en medio del salón, es donde Reymond me coloca para comenzar a chupar, morder y agarrar con fuerza mi cuerpo.— Detente, Reymond. Estamos en un restaurante.— Tenemos la privacidad que necesitamos, Elise. así que, no le des importancia a cosas que no son relevantes y solo disfruta. — dice él.— No lo hagas, no quiero esto, detente, por favor.— ¿Por qué tu cuerpo me dice algo diferente? — pregunta Reymond sonriente.— Si haces esto, comprobarás que mi cuerpo te pertenece pero, mi mente te odia.— Adelante, Elise. ódiame, puedo vivir con tu odio, pero, no sin ti. Eso es algo que hemos comprobado. — dice Reymond rompiendo