65| Una batalla de ella sola.
Llegaron a la casa de la hacienda, Toro se encerró en su habitación con el teléfono y Helene se sentó en la silla de la sala, a esperar.
Esperó pacientemente, hasta que el llanto de las trabajadoras de la casa por la “Muerte” de Itsac la hastiaron y salió al patio.
Hasta que Toro apareció de repente junto a ella.
— Bertinelli aceptó vernos — dijo Toro y Helene asintió.
— Pensé que sería más complicado.
— Justo eso, es sospechoso, pensé que tenía que cobrar cada maldito favor para llegar con él, pero parecía que estaba esperando mi llamada, parecía que quería que lo llamara.
— ¿Hablaste directamente con él? — preguntó Helene.
— No, con uno de sus secuaces, pero es extraño, me dio una dirección y me dijo que si los traicionaba perdería aquello que estaba buscando.
La cara de Helene se iluminó.
— ¿Se refiere a que tiene a Itsac?
— Helene, no te emociones, Bertinelli es experto en jugar con los demás, es un az peligroso y en el bajo mundo le tienen un respeto abrumador…
— Pe