Ecos de ausencia y luz

Capítulo LXII

Mientras Greta hunde a Scarleth en su propio infierno, del otro lado de la ciudad la vida comienza—por fin—a moverse para Maximiliano y Clarissa.

Los cambios no son enormes, pero existen, y eso ya es una victoria.

Clarissa ha empezado a respirar distinto: ya no se sobresalta con cualquier ruido ni baja la mirada cada vez que alguien se le acerca. Incluso se atreve a salir a tomar un café o caminar por el parque sin sentir que el mundo se le viene encima.

Maximiliano la observa en silencio, con esa mezcla de alivio y culpa que lo ha perseguido tantos años, y aunque no lo dice, Clarissa lo siente:

Su hermano está aprendiendo a cuidarla.

***

Los días pasan rápido, y la desaparición de Scarleth se desvanece sin dejar eco. Nadie la busca. Nadie pregunta por ella.

La muchacha que trabajaba en su casa recibió un mensaje enviado desde su teléfono, avisándole que saldría de viaje y que, por el momento, no la necesitaría. Después de recibir su pago, la joven se fue con su familia,
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