Alicia se volvió, mirando a la persona que había hablado.
—Así es. Estoy completamente loca.
Ya estaba harta de este mundo, pero morir sola sería solitario. Tenía que arrastrar a todos a la tumba con ella.
—¡Siéntense de una puta vez!—rugió, apuntando a la gente con su pistola.
Todas las azafatas se sobresaltaron y corrieron al área de descanso, aterrorizadas por la posibilidad de que les dispararan. Fue entonces cuando Alicia notó a Sofía. Frunció el ceño.
—¿Quién eres tú?
—He venido a buscar café—Sofía sonrió torpemente. Nunca hubiera imaginado un momento así.
Sería fácil abordar a esta mujer, y tomar su pistola no supondría ningún problema, pero Sofía no entró en acción inmediatamente. No estaba segura de la situación en la cabina y no sabía si la mujer tenía cómplices.
Alicia frunció el ceño.
—¡Vete a la mierda y siéntate!
—De acuerdo—respondió Sofía. Volvió a su asiento, aparentando ser obediente, pero ya estaba ideando un plan. Primero, tenía que averiguar cómo era la c