Ian.
El cuerpo de Maxine desnudo sobre mi cama es la mejor cosa con la que he podido encontrarme al despertar, su espalda está llena de pecas, su piel es tersa y suave, su color es ligeramente amarillo, me recuerda a las ranas plataneras que solía ver en la finca de mi abuela cuando era solo un niño. Sonrío por el pensamiento y entonces le acaricio el hombro por donde se desliza su cabello color marrón. Está profunda y su respiración es rítmica, después de anoche cayó rendida como una piedra entre mis brazos.
Yo no soy un hombre romanticón, no son de los que abrazan a la chica después de una follada, no soy de los que le pide quedarse y le dice cosas bonitas, yo prefiero las cosas a secas, sin ataduras, pero con ella fue diferente, anoche después de tenerla por completo le pedí que se recostara en mi pecho y le acaricié el cabello hasta que se durm