Capítulo 5:¿TIJERAS? NO, TIJERAS NO.
Han pasado más de quince días de trabajo.
 Y la verdad... es fácil.
En resumen: solo tengo que estar pendiente de su agenda, asegurarme de que los papeles que necesita estén listos y seguir sus órdenes.
La secretaria, Francesca, es una señora de unos cincuenta años, muy querida, que ha trabajado con la familia por más de treinta años.
 Se le nota el cariño que le tiene a Dante y entiende sus razones.
 Así que encontramos formas de comunicarnos por papelitos:
 ella escribe las cosas en español y yo en italiano.
Es lindo ver cómo, en las notas, nos corregimos mutuamente el idioma.
Ahora, con Dante... él tiene dos modos de trabajo:
 o está todo el día en la oficina o está todo el día en la viña.
La oficina es gigante.
 Puedo trabajar en la mesa de reuniones —que es para más de diez personas— o en un cómodo sofá de cuatro piezas frente a un televisor enorme, que está siempre encendido con algún deporte.
Me preguntó si quería mi propio escritorio, pero además de un computador, una tablet co