Estaba quitándose la ropa.
Porque cada vez que me habla por videollamada, lo hace sin camiseta.
—Quería llamarte más tarde, pero me acaban de decir que tengo una cena de última hora. —dijo mientras se desabrochaba el cinturón.
«¿Una cena? Yo había hecho su itinerario.
Yo soy su asistente.
Nadie más que yo sabe todo lo que va a hacer».
—¿Pero eso no estaba en tu itinerario? —pregunté sin poder evitarlo.
—Sí, por eso dije de última hora. Papá me llamó.
Odio estas mierdas. —Estaba claramente molesto—.
Por eso Renzo es el que se encarga de estas cosas.
Esta gente me da fastidio, este año invitaron a personas que nada tienen que ver con el vino.
La mayoría tenía el puto teléfono en la cara todo el tiempo. —Empezó a quitarse el pantalón como si nada—.
Voy a volver a bañarme. Me siento muy cansado.
Entró a la ducha.
Renzo y Emilia empezaron a discutir en la sala, y yo me quedé quieta, rezando para que Dante no los escuchara.
Hablé más fuerte para disimular el ruido:
—Entonces, ¿con quién