CAPÍTULO 159: TE NECESITO
Erik
Hazel y yo dormimos juntos toda la noche. No pasó nada más que un par de caricias suaves, íntimas, cargadas de un deseo que apenas contuvimos. No es que mi lobo no estuviera muriéndose de ganas de hacerla completamente mía—porque lo estaba, tanto como yo—, pero preferí dejarla descansar. Su cuerpo aún se recupera, y aunque su fortaleza es innegable, no quiero apresurarla.
Además, el temor sigue latente en mi pecho. Nuestro hijo crece en su vientre, y aunque la amenaza del veneno de acónito parece haberse disipado, no sé si su don podría volver a afectarla de alguna manera. Serena me dejó suficiente antídoto, por si lo necesitara de nuevo, pero aun así, no dejo de preocuparme.
Cuando los primeros rayos del sol se filtran por la ventana, sigo en la cama con Hazel a mi lado. Su respiración es tranquila y su cuerpo está relajado. La observo en silencio, grabando en mi mente cada detalle de su rostro, como si necesitara reafirmarme que realmente está aquí, vi