52- Disfruto cumpliendo mis amenazas.
Emma
El pasillo del juzgado sigue lleno de murmullos y movimientos apresurados, pero nada de eso importa ahora.
Mis ojos se clavan en la mujer que me crió, la misma que he intentado complacer toda mi vida sin éxito, no puedo negar que verla hablando tan animadamente con Jhon me tomó desprevenida, ellos, ni siquiera en el buen momento de mi matrimonio, hablaron más de dos palabras.
Veo a mi madre, sus rasgos fríos y calculadores están fijos en mí, y siento que el resentimiento hierve dentro de mí como una tormenta que ya no puedo contener.
El eco de las palabras de Jhon aún resuena en mi mente, pero no tengo tiempo de pensar en él. Mi atención está enfocada en una sola cosa: enfrentar a mi madre y exigir la verdad.
—¿Por qué nunca me dijiste la verdad? —pregunto, sin molestia en ocultar la frialdad de mi voz.
Ella me observa, primero con sorpresa y luego con desdén. Siempre ha sido una maestra en enmascarar sus emociones, pero ahora puedo ver el destello de molestia en sus ojos.
—¿Dónd