EMMA
El silencio que sigue al llanto de Luna es tan pesado que siento como si pudiera cortarse con un cuchillo.
Damian no aparta los ojos de mí, y aunque no dice nada, la intensidad de su mirada es suficiente para hacerme retroceder un paso.
Siento el calor subiendo a mi rostro y la culpa clavándose en mi pecho como un ancla.
—¿Luna? —repite, su voz ronca, como si el nombre le costara pronunciarlo.
Sus ojos se llenan de una mezcla de asombro y desconcierto, como si intentara unir piezas que simplemente no encajan.
Lo observo mientras parpadea lentamente, y noto cómo su respiración se acelera ligeramente. El impacto emocional es evidente en su rostro, una tormenta de emociones: confusión, incredulidad, algo de esperanza y una sombra de dolor.
Su mirada viaja de mí a Samuel, para luego regresar a mí con una intensidad que me atraviesa como un rayo.
Tomo aire, intentando encontrar las palabras correctas, pero no hay manera fácil de explicar esto. Sólo puedo decir la verdad, y