4. Desencuentros

Alejandra seguía esperando a Marco en su oficina; su asistente ya había salido y su conductor estaba a la entrada de la torre pendiente de su señal para recogerla en el estacionamiento. Se levantó y caminó hasta la gran ventana...¡la gran metrópoli nocturna le quitaba el aliento! De pronto, sintió un vacío en su estómago y un cosquilleo en las manos...miró sus pies descalzos sobre la alfombra y tuvo un presentimiento y, de repente, se sintió más vulnerable que nunca...

Mientras tanto, Felipe entraba al ascensor muy molesto no solo por su descuido sino por tener que resolverlo él mismo, puesto que aún no tenía conductor, ni asistente ni escoltas que se encargaran de esos imprevistos por su condición de recién llegado a la ciudad. Por fortuna se había hospedado en el hotel de la compañía con la cual esperaba hacer negocios, por tanto no era mucho el tiempo que perdía; además estaba a la expectativa de conocer a la socia principal cuya identidad lo tenía muy intrigado por su reputación en el círculo empresarial. Sonrió de manera enigmática mientras las puertas del ascensor se abrieron y él, con paso firme, se dirigió a la oficina principal pero se detuvo al notar la puerta entreabierta...

Desde afuera descubrió la silueta de una mujer mucho más alta que el promedio y muy esbelta quien de pie y descalza observaba las luces de la ciudad a través de la ventana... Observó sus pantorrillas bien formadas, siguió la curva de sus caderas hasta su cintura estrecha y admiró el cabello oscuro que caía sobre su espalda formando bucles... No pudo dejar de recorrer su hermosa figura delineada por un fino vestido azul, mientras las luces de la ciudad eran el lienzo perfecto para esa obra de arte que lo dejó impactado por su belleza, tanto como para plasmar ese momento en la eternidad de su memoria.

Aún de pie en la puerta sintió un pálpito en su interior seguido de un escalofrío a través de su espalda y entonces supo, en ese mismo instante, que ese encuentro marcaría el resto de su vida y sería, para bien o para mal, inolvidable...

Mientras tanto Alejandra seguía admirando el paisaje cuando vio el reflejo en el vidrio de alguien desde la puerta y le habló...

-¡Entra ya, Marco! ¡Estoy esperando que abras ese sobre! ¡Deja el drama, por favor! -Felipe se sorprendió al escucharla porque había algo de familiar en esa voz, sin pensarlo más caminó a traves del umbral y se detuvo frente al escritorio antes de saludar con voz muy varonil...

-Señora Giordanelli, ¡Buenas noches!

Alejandra sintió que la tierra se abría bajo sus pies, ahora no había dudas...era esa voz de nuevo. Giró sobre sí misma y dio un par de pasos detrás del escritorio y se apoyó en el respaldo de la silla para mantener el equilibrio; lo miró con los párpados muy abiertos mientras Felipe tenía sus ojos clavados en ella muy desconcertado... una vez esa chica volteó, su corazón se aceleró y la reconoció de inmediato aún cuando se veía muy cambiada, estaba más madura, más mujer, más bella...

-¿Qué rayos? -se dijo consternado. Su expresión había cambiado de admiración a furia...Hubo un silencio expectante, solo interrumpido por el golpe del teléfono al deslizarse de su mano.

Ambos sostenían la mirada con actitud desafiante, concentrados en evaluar cada reacción del otro esperando el primer ataque pero sin mediar palabra. El ambiente se tornó tan pesado que costaba respirar; sin embargo, alguno tenía que romper la tensión y después de un silencio cargado de reproches él habló...

-¿Cómo fuiste capaz de burlarte de mí Alejandra? ¿cómo pudiste hacerme tanto daño? ¿cómo te atreviste? -Ella lo fulminó con la mirada, la furia dominaba esos hermosos ojos, sus pupilas se contrajeron aún más y lo increpó:

-¿Burlarme? ¿burlarme Felipe? ¿quién se burló de quién? ¿quién abandonó a quién? ¡No seas cínico! ...-Apretó los puños con más fuerza mientras él apoyaba las manos en el escritorio.

-¡Sí, tú te burlaste de mí! actuaste siempre como una cualquiera y no lo vi hasta que fue tarde. -La voz de Felipe era profunda, apretó los dientes para controlar el temblor de su mentón.

-¿Me estás insultando? -apartó la silla y apoyó las manos en el escritorio-¡sí que eres atrevido!..

-¡Mereces más que insultos! ¡Me resistí a creer que fueras capaz de hacerme eso porque confiaba en ti!, pero no pude evadir la realidad y tuve que admitirlo. ¡No eres más que una ... -golpeó el escritorio con el puño al no poder terminar la frase y sin esperar su respuesta giró hacia la salida... temblaba, estaba perdiendo el control, pero ella al ver que pretendía marcharse caminó detrás suyo y levantó la voz...

-¡Maldit@ sea, Felipe! ¡No te atrevas a cruzar esa puerta! ¡Mírame y escúchame! -Felipe se detuvo en seco y giró casi a un metro de ella... levantó el mentón y cruzó los brazos pero ella no se dejó intimidar por la mirada insolente de esos ojos verdes y con voz baja, pero firme, le dijo:

-Vienes a mi oficina a estas horas sin ser invitado, te deslizas como un ladrón y para colmo me insultas y ahora... ¿pretendes largarte sin dar explicaciones? -lo miró desafiante sin revelar la tormenta de emociones que la embargaban...

-¿Explicaciones? ¿acaso no son evidentes? ¿qué querías que hiciera?¿ qué siguiera actuando como un idiota? -Hizo una pausa para leer la expresión en el rostro de ella y notó desconcierto y dolor, vio su intento de abrir los labios pero no articuló palabra, entonces decidió acorralarla.

-¿Después de tantos años no tienes la suficiente valentía para admitirlo? ¿dónde ha quedado la integridad y la honestidad de la que tanto alardeabas? ¿y ese apellido? ¿a quién manipulaste para tener todo esto? ¡Eres una ...una...ahhh! -y golpeó el puño contra su otra mano- No quiso soltar el insulto porque no era propio de su carácter, ni siquiera dominado por la furia.

-¿Una qué? ¡diiilo! ¡no te reprimas! ¡me has insultado de tal forma que uno más no importa! ¡mi apellido y esta compañía me corresponden por derecho! ¡tú eres quien debe explicar tu abandono, no yo!...¡fuiste tú quien faltó a su palabra! ¡actuaste como un cobarde!. -Felipe apretó los puños y dio un paso hacia ella...

-¿Cómo un cobarde? repite eso... -Alejandra tiró el cuerpo hacia atrás vacilante pero se sobrepuso y reafirmó...

-¡Sí, fuíste un cobarde! ¡no fuiste capaz de darme la cara! ¿sabes qué? ¡yo te había expulsado de mi vida! ¿ a qué volviste? ¿a hacerme daño de nuevo? ¡te odio, Felipe!

Sus últimas palabras lo golpearon de tal manera que su rostro se contrajo por una mezcla de furia y dolor, tenía la cara encendida pero sus ojos poco a poco se oscurecieron... continuó avanzando de manera peligrosa hasta quedar frente a frente mientras ella retrocedía de manera instintiva... lo vio tan descompuesto que sintió temor por su seguridad. Él siguió hasta que ella agotó su margen de maniobra y quedó atrapada entre él y la pared, entonces las piernas le empezaron a temblar y la boca se le secó. Por primera vez en muchos años se sintió en peligro...en peligro de caer de nuevo en sus brazos...

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