3. "El pasado siempre nos alcanza"

Sara la miró sin entender... "¿Ha regresado?" "¿de qué carajos habla?" "¿quién ha regresado?" - y la curiosidad la embargó.

Treinta minutos después, Alejandra miraba su reflejo en el espejo mientras su amiga la observaba desde el diván; se maquilló pero no pudo disimular la hinchazón de los párpados que le daban un aire taciturno a esos profundos y almendrados ojos negros.

-¡Ya, déjalo así! Te ves hermosa, no necesitas más -se levantó y la abrazó de nuevo. Sabes que te quiero y que siempre estaré para ti -le recordó Sara y pellizcó su mejilla antes de volver al diván.

Alejandra se miró de nuevo en el espejo por unos segundos y tomó valor; de repente y sin preámbulos giró hasta quedar frente a ella antes de soltar la noticia...

-Felipe Cástellor Conti está de vuelta -Sara la miró sorprendida por unos segundos y abrió la boca pero no pudo articular palabra. Ahora entendía...

-¡Rayos! -fue lo único que atinó a decir. Apoyó sus codos en las rodillas y miró el piso sin parpadear... necesitaba asimilar la noticia.

Alejandra volvió a su imagen en el espejo, arregló su vestido y se puso gafas oscuras. Revisó su teléfono... estaba en modo silencio y tenía seis llamadas perdidas de su asistente y otras tantas de Marco. Recordó su reunión mientras revisaba la hora y decidió regresar de inmediato a la oficina.

Sara, por su parte, seguía sin salir de su asombro...sabía las implicaciones de esa revelación. ¿Qué pensaba hacer su amiga ahora? La cuestionó antes de salir del tocador:

-Amiga -dijo en tono grave- ¿cómo vas a enfrentar esta situación? -Alejandra la miró a los ojos con tristeza y, con un tono de resolución en su voz, le contestó:

-Tarde o temprano el pasado siempre nos alcanza, lo menos que podemos hacer es mirarlo de frente...Y eso haré, lo enfrentaré sin importar las consecuencias. ¡No voy a dejar que me destruya! -enfatizó.

Una vez listas, las dos chicas salieron del tocador y se despidieron en la puerta del restaurante. Alejandra se dirigió a su oficina y al llegar notó la preocupación de Laura por no poder localizarla. Marco estaba recostado en el sillón en L que dominaba el lugar, los páneles levantados dejaban pasar la luz  y develaban una vista imponente a través de la ventana panorámica.

Tras tranquilizar a Laura entró sigilosa, descargó su bolso y se sentó en su lugar...Giró la silla y contempló la ciudad e imaginó las miles de historias que tenía por contar...Historias públicas, privadas, secretas, algunas incontables, otras redentoras, algunas optimistas, otras no tanto, algunas felices, otras más bien tristes... historias como la suya y Felipe Cástellor. Este pensamiento la sorprendió y develó un interrogante..."¿Por qué has regresado Felipe?" "¿por qué irrumpes de nuevo en mi vida?"

Un momento después giró al sentir que Marco se estiraba en el sofá quien al verla se le iluminaron los ojos.

-¡Hola mi Leja! ¿dónde rayos estabas?

-Hola cariño, estaba en el hotel.

-Te hemos llamado con insistencia porque quería presentarte a un inversor en potencia.

-Tenía el teléfono en silencio y olvidé activarlo.

-El tipo está muy interesado en hacer negocios con nosotros, esperó aquí por más de media hora pero no pudo quedarse más...

-Otro día será -dijo mientras suspiraba.

-Está muy intrigado contigo... -le dijo mientras le lanzaba una miraba con corazoncitos.

-Marco...me disculpo por no estar a tiempo, la reunión se prolongó más de lo esperado -dijo y evitó el tema del inversor porque sospechaba de quien se trataba.

-¿Podemos empezar? -le dijo- Marco se levantó del sofá y se sentó en la silla frente a ella. Era un tipo muy atractivo y elegante quien a sus treinta y cuatro años había logrado lo que muchos a su edad ni siquiera habían soñado. La miró y no pudo reprimir su risa burlona.

-¿Qué haces con gafas oscuras en interior ¿Estamos jugando a la Matrix? -Bromeó.

Así era Marco...siempre con un excelente sentido del humor, siempre transgresor, siempre impertinente, siempre optimista. Ella ignoró el comentario y se centró en su pantalla mientras él desplegaba los folios de las cuatro propuestas y las proyectaba en la pantalla para empezar la presentación, pero después de un par de minutos se detuvo y le dijo:

-¿De verdad vas a seguir con cara de mosca? ¡Estás loca! -y soltó una carcajada- Alejandra no pudo reprimir la risa y terminó por quitarse las gafas. Él la miró y, en ese mismo instante, dejó de reír...

-¿Te pasó algo Leja? Tienes los ojos hinchados...¿Has estado llorando? -Alejandra se sintió expuesta pero enseguida se recompuso e improvisó:

-¡Nooo, nada de eso! Hice una alergia a unas sombras que recién compré, tú sabes que soy de piel muy sensible. 

-Ok! Ok! Te creo, te creo...no te ves mal, solo los ojos un poco chiquitos -y simuló poner cara de rayitas y se burló de ella con descaro. Alejandra rió y sintió alivio en su corazón...

-Bueno, sigamos...

Marco aclaró su voz y continuó presentando cada una de las propuestas a ciegas, como acostumbraban para evitar sesgos. Evaluaron cada uno de los requisitos determinados por la empresa para inclusión de nuevos proyectos, análisis de riesgos, costos, reinversión, viabilidad fiscal, normatividad, sostenibilidad, enfoque ambiental y, por supuesto, la rentabilidad a mediano y largo plazo. Al final, consideraron que la propuesta número cuatro era la que más se ajustaba a la mayoría de los parámetros.

-¡Por finnnn! -exclamó Alejandra. Eran casi las ocho, el tiempo había volado.

-Ahora, averigüemos quién es el afortunado ganador . Marco salió por el sobre guardado en la caja fuerte de su oficina, pero al pasar por el auditorio auxiliar encontró aún reunidos a los jefes de proyectos enfrascados en un punto muerto, por tanto le solicitaron su análisis para dirimir el conflicto; pero antes de escuchar las ponencias sonó su teléfono personal... Felipe Cástellor estaba en la línea.

-Hola Marco, ¿estás aún en la compañía?

-Hola Felipe, estoy aquí

- Estoy frente a la torre, extravié mi teléfono privado y el GPS indica que está en tu edificio... me urge recuperarlo.

-Sube, Felipe, enseguida autorizo tu entrada.

-Tal vez se quedó en la oficina donde me atendiste esta tarde -su voz era atropellada.

-¡Claro! Puede estar en la oficina de mi socia, en el sofá; llega de una vez allá...Ella está ahí todavía y te ayudará, es muy amable.

-¿Debo anunciarme? -preguntó con vacilación.

-No te preocupes, no lo necesitas con ella; yo estoy resolviendo un asunto en el mismo piso. ¡Acá nos vemos!

-Ok, así será... respondió Felipe -y terminó la llamada...

De inmediato Felipe se dirigió a la entrada rumbo al vigésimo piso... sin sospechar que el destino estaba torciendo sus líneas para... tal vez ¿hacerlas coincidir?...

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