Broche de oro

Natalie

En las últimas cuatro semanas no me he despegado ni un solo segundo de Wesley, tal vez porque estando a su lado y envuelta entre sus brazos es de la única forma en la que me siento segura y sin temor a nada. Aunque no hemos hablado del tema más importante entre los dos, sus muestras de cariño me hacen hacerme muchas ilusiones de un «nosotros».

No hay necesidad de intimar sexualmente para recibir una tierna caricia o un largo beso de su parte. Y con el embarazo he estado el doble de sensible, por lo que, cada roce de sus manos o de sus labios, me lleva a conocer el punto más alto de la luna.

El doctor que me atendió, que es un amigo muy cercano de Tomás, me programó una ecografía con él en su consultorio, pero la verdad no quiero conocer a mi bebé sabiendo que la basura aún está por ahí. El día que lo veamos, quiero tener la plena seguridad de que todo va a estar bien tanto para él como para nosotros. No quiero tener que enfermarme a miedos más adelante. Y Wesley comparte el mi
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