Capítulo 7
Al llegar a Suiza, dejé todo atrás.

Decidí no volver a pensar en Federico ni en el pasado. Me dediqué a cuidar mi cuerpo y, de paso, a viajar.

Esos paisajes me deslumbraron y el aire puro me tranquilizó, así empecé a sentir paz. Recorrí los Alpes y me asombró la grandeza de sus cumbres nevadas.

Caminé junto al lago de Lucerna y disfruté su calma. También fui a Zúrich, una ciudad dinámica y próspera.

En ese recorrido descubrí la belleza del mundo y empecé a entender qué quería de la vida.

Entendí que la vida no era solo Federico; abarcaba mucho más.

Antes, mi día a día era monótono.

Un día, llegué a un pueblito. Justo celebraban un desfile de Navidad. Las calles brillaban por las luces, llenas de alegría. La gente vestía ropa navideña, reía y bailaba.

Me contagié del ambiente y me uní a la celebración. Entre quienes desfilaban vi a una pareja de viejitos. Ellos iban de la mano y sonreían felices.

Cuando los vi tan unidos, algo se me movió por dentro.

Si no hubiera habido mentiras ni tra
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