C99 - Porque ella lo vale.

Al cabo de unos minutos, la puerta se abrió y James entró, su expresión era un mar de emociones encontradas.

—¿Qué está pasando? — preguntó, su voz ahora más suave, casi preocupada.

—Nada que te preocupe — respondió Eva, manteniendo la mirada firme en él —. Sólo conversábamos, señor.

James la miró fijamente, buscando grietas en su armadura, pero Eva no iba a ceder.

—¿Estás segura de que no es una trampa? — dijo, su tono un poco más duro.

—Quizás tú seas la trampa — respondió ella, sintiendo cómo la tensión crecía entre ellos.

James se acercó un paso más, la distancia entre ellos casi desapareciendo.

—¿Por qué deberíamos confiar en ti? — demandó, su voz baja, casi amenazante.

—Porque estoy aquí por Iris. Porque quiero que ella tenga un futuro. No por ti ni por tu familia, sino por ella — declaró Eva, sintiendo que cada palabra tenía peso —. Además, vine a pedirle ayuda a la señora Barut.

James frunció el ceño, claramente confundido, dudoso.

—Te he visto hacer cosas terribles, Eva. No creo que tengas la capacidad de cambiar. Nos has hundido.

—Quizás no me conoces tan bien como piensas — respondió ella, sintiendo que la rabia comenzaba a burbujear en su interior —, recordando que perdí a uno de mis hijos y que Jason y tú se burlaron de eso.

—Eso fue muy asqueroso de tu parte, James. Tú conoces del dolor de una pérdida.

Eva respiró hondo, sus emociones a flor de piel.

—Lo siento, mujer. Estaba furioso.

Un silencio cargado se instaló entre ellos, como si el aire en la habitación se hubiera vuelto denso. James estaba atrapado entre sus sospechas y un impulso inexplicable de creer en la sinceridad de Eva.

—Si deseas que Iris tenga un futuro, entonces deberías dejar de lado tus resentimientos — dijo ella, su voz firme pero llena de emoción —. No quiero molestar, señor James, pero este es el último lugar a dónde me buscará la señora Montenegro. Esa mujer manipuló incluso a Jason. Él estaba irreconocible. ¿No lo han vuelto a ver?

James la observó con una intensidad que la hizo sentir vulnerable, pero no retrocedió.

—No me hables de dejar resentimientos — replicó él, su tono aún hostil —. Sabes que hay cosas que no se perdonan. Y no, no sabemos nada de él. Él también es el responsable de lo que nos pasó.

—Eso es mentira. Yo sigo en contacto con él. La policía lo atrapó.

La tensión en el aire era palpable, como si estuvieran en un campo de batalla emocional. La lucha entre ellos no era solo de palabras, sino de convicciones, de pasados que se negaban a dejarse atrás.

—Si me dejas ayudar, puedo hacer que esto funcione — dijo Eva, sintiendo que la batalla estaba lejos de terminar.

James la miró, su mente trabajando a toda velocidad, sopesando cada palabra, cada posibilidad.

—No confío en ti, pero tampoco puedo ignorar a Iris. — Su confesión sorprendió a ambas mujeres.

Eva asintió, sintiendo que había dado un paso más hacia el entendimiento, aunque el camino por delante estaba lleno de desafíos.

—Entonces, empecemos a trabajar juntos, aunque sea forzado — dijo ella, su voz firme.

Mientras el silencio se cernía sobre ellos, Eva sabía que cada decisión contaba. La batalla había comenzado, no solo por Iris, sino por la redención de todos los involucrados. En ese enfrentamiento silencioso, se tejían los hilos de un futuro incierto, donde el amor y el odio se entrelazaban de formas inesperadas.

En el fondo, ambos sabían que la lucha apenas comenzaba

— Está bien. Haré el maldito intento — respondió el hombre y miró a su esposa —, por ella. Porque ella lo vale.

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