POV de Mathilda
Había algo diferente. Mi cuerpo se sentía tan ligero, como si todo peso se hubiera esfumado. Mi cabeza también estaba vacía, como un pedazo de piedra cuyo interior había sido raspado—hueca, aunque extrañamente parecía ofrecer espacio para un nuevo comienzo. Me sentía como un bebé recién nacido, renacida.
“Mathilda, ¿me escuchas?”
La voz de Enzo hizo que mis ojos se abrieran por reflejo. Su rostro me recibió, con una sonrisa suave y sincera grabada allí.
No solo podía abrir los ojos con facilidad; mi cuerpo también se movía sin dolor alguno. Me incorporé con rapidez, me senté erguida y miré a Enzo, que estaba de pie junto a la cama.
“¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?” pregunté.
“Veintiocho horas. ¿Cómo te sientes ahora?” respondió Enzo.
“Mi cuerpo se siente tan…” Guardé silencio un momento, luego me puse de pie y levanté ambas manos en alto. “Ni siquiera siento rastro de lo terrible que me pasó. ¡Gracias, Enzo! ¿Cómo puedo compensarte por todo esto?”
Enzo guardó silenc