Capítulo 25.
Era una noche especialmente fría.
Gail me había pedido espacio, así que me encontré con mi culo congelado en el que había comenzado a llamar cariñosamente como mi tronco especial.
No solo era mi culo el que se congelaba, sino también mi nariz. Había dejado de sentirla desde hacía unos quince minutos. Suspiré y miré hacia la luna tratando de poner mi mente en blanco.
Todos tenemos una forma de lidiar con el duelo. Gail lloraba a solas, yo trataba de no pensar en ello porque si lo hacía sabía que me quebraría y no podría seguir aquí; la unica familia que me quedaba se encontraba en mi anterior manada siendo sometida a Jeremias y yo...
No. Mente en blanco.
Ya habría una oportunidad para mi venganza.
-Es tarde. - Dijo una voz profunda a mi espalda.
Yo desnudé mi cuello automáticamente. Me hubiera levantado, pero no podía sentir mis piernas tampoco.
-Buenas noches, Alfa Supremo.
No lo escuché acercarse, pero sabía que seguía a mi espalda. Pasaron un par de minutos antes de que me g