20 de diciembre:
«No sé por qué te fuiste, pero lo que sea que tenga que arreglar o dejar para que vuelvas podemos conversarlo. Por favor, no puedo seguir así…»
21 de diciembre:
«Sé que tu abuelo enfermó. Fui hasta el hospital varias veces, pero hasta ahora nunca te pude ver. Escríbeme si me necesitas…»
22 de diciembre:
«Tania, estoy preocupado, pero no respondes tu teléfono…»
23 de diciembre:
«No sé qué hacer para contactarte. Fui a tu casa; sin embargo, no me atendiste…»
24 de diciembre:
«Tania, espero que tu abuelo esté mejor. Por favor, cuando veas estos mails contáctate conmigo…»
25 de diciembre:
«¿Operaron a tu abuelo? ¿Necesitas algo?»
26 de diciembre:
«Tania, siento que ya no puedo más con la incertidumbre. Me estoy volviendo loco…»
27 de diciembre:
«Tania, si estás enojada porque Mabel está embarazada, te juro que no lo sabía…»
28 de diciembre:
«Tania, vida. No estés enfadada. Voy a hacerme cargo del bebé. No quiero que Mabel sufra, pero te amo…»
29 de diciembre, 30 de diciem