Al Bernardo atender su teléfono, Mabel comienza a despotricar. Amadeo la ha abandonado y quiere la custodia de su hijo.
—Seguro lo hace porque la puta de tu mujer volvió a revolcarse con él —grita Mabel al teléfono.
—Deja de decir tonterías. Tania no se ha separado de mí ni un minuto. Ni siquiera llamó a Amadeo, eso te lo aseguro —dice Bernardo mirándome.
Él cree saber todo de mí porque controla mi teléfono. Sin embargo, gracias a las habilidades de Rodrigo y su colega, Bernardo tiene los ojos vendados. Igual o peor que como él me había tenido durante estos años.
—Mabel, si Amadeo ya no quiere estar contigo, es problema tuyo. No sigas metiendo a Tania en tus asuntos —indica y cuelga.
—Bernardo, no le digas eso a tu hermana —digo nerviosa—. Si Amadeo deja a Mabel, nuestra hija estará en peligro.
—¿Por qué dices eso? —pregunta confundido.
—No puedo decirlo. No quiero más problemas con tu familia —le digo y lo abrazo.
—Tania, amor —dice él, y siento ganas de vomitar. Ese maldito se atrev