Capítulo 8. Las consecuencias de hablar
Por instrucciones de Enzo, Nicol iba a ser llevada por Giorgi a una de las celdas de la mazmorra, para llamar al médico para que la revisara… porque no quería dejarla en el área de servicio, por temor a que Gia accediera a ella y le causara daño.

Nicol abrió los ojos lentamente, no supo cuánto tiempo estuvo inconsciente, solo sintió una mano sujetándola gentilmente, para correrla, ya estaba toda empapada, se imaginó que era para limpiar la mugre sobre ella.

Nicol, levantó su cabeza y vio a un hombre de mediana edad, acariciándole suavemente la mejilla y casi al instante, ella sintió que le colocaba un abrigo encima, no pudo evitar que el contacto de la prenda en su piel le doliera. La persona la cargó en sus brazos, mientras ella lloraba desconsoladamente.

―Por favor, ¡Máteme! Ayúdeme a morir ―pronunció Nicol casi sin aliento y en un prolongado sollozo.

Realmente, eso era lo que quería cerrar sus ojos y no volver a abrirlos más, sumergirse en la niebla, de la inconsciencia, del olvido…
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