"¿Por qué ya regresaste?", preguntó Lily sorprendida.
"El tío ya se fue, ¿para qué iba a esperar allí?"
"Qué rápido, ¿sucedió algo?"
"No pasó nada y no hay nada de qué preocuparse", respondió Sean acariciando la cabeza de su esposa.
"Esposo mío, ya me duché", dijo Lily con una gran sonrisa.
"Mmm, qué fragancia. Qué raro que te duches, ¿por qué?"
"No sé, tenía ganas de ducharme. El ambiente estaba cálido a pesar de que el clima estaba nublado."
"No importa, te amo duches o no."
Lily se sentó en el regazo de su esposo, actuando cariñosa como una niña pequeña con su padre. Sean estaba feliz de que Lily actuara así; creía que se veía aún más hermosa.
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Al día siguiente, como de costumbre, Sean fue a la oficina. Lily lo acompañó, e incluso Sean tomó la mano de su esposa como si no quisiera soltarla. Jessi, al ver eso, sintió mucha envidia.
"¿Es posible que la foto que le envié a Lily no sirva para nada? ¿Por qué no discuten? ¿Por qué están bien?", se preguntó Jessi.
Jessi apretó el pomo