POV Leonard
El silencio del pasillo fue lo primero que me llamó la atención.
No era el silencio tenso de la enfermedad, ni el de la espera contenida, sino uno distinto. Uno que no dolía. Uno que parecía… respirable.
Me detuve frente a las puertas de la alcoba real sin darme cuenta de que estaba conteniendo el aire. Lo solté lentamente, como si temiera que incluso mi respiración pudiera romper algo frágil.
—Adelante —escuché desde dentro.
La voz. La voz de mi padre.
Abrí la puerta con cuidado, casi con miedo de que aquello no fuera real, de que mi mente estuviera fabricando un espejismo para no quebrarse del todo. Pero allí estaba. Sentado en su sillón, envuelto en una manta ligera, con una taza de té entre las manos. Vivo. Despierto.
Con los ojos abiertos y claros.
—Padre… —dije, y mi voz no me obedeció del todo.
Él alzó la vista y sonrió. No una sonrisa amplia, no una de esas que imponían respeto en la corte, sino una sencilla, cansada, humana.
—Leonard —respondió—. Pareces haber env