POV Leonard
El sonido de los cascos alejándose del patio interior me persigue mucho después de que el caballo de Aldric desaparece tras las murallas.
No debería importarme, no debería. Y, sin embargo, siento que acabo de alimentar a una bestia que solo aprenderá una cosa, pedir más.
Me quedo de pie, inmóvil, con las manos cerradas en puños a los costados. El viento frío del reino me golpea el rostro, pero no logra enfriar el ardor que me quema el pecho. He cedido. Otra vez. No por compasión, no por bondad, sino por miedo.
Miedo a que pronuncie el nombre de Elara en el lugar equivocado.
Miedo a que su lengua sucia llegue hasta oídos que no deben escuchar.
Miedo al rey.
Porque, aunque el rey esté débil, aunque hoy haya mostrado una ligera mejoría que llenó de alivio al castillo entero, sigue siendo el hombre más peligroso de Dalmora.
Y si él descubre que la reina tiene un padre vivo… un padre miserable… un padre con pasado de alcohol, violencia y abandono…
No necesito imaginar el final.