POV Elara

Cada vez la tortura era más grande, el día parece no querer terminar.

—Lady Elara, vuelva a su lugar, por favor.

La mujer simulaba que estábamos en una especie de salón con el rey, me hacía repetir todo desde el inicio.

—Suponga que está en la mesa con el rey —dijo ella con solemnidad, con el ceño tan fruncido que parecía que un ave se había posado en su frente—. Él le pregunta sobre el clima. ¿Qué responde?

—Pues… —me rasqué la cabeza—. Que, bueno… si llueve, mejor, así tendremos barro para hacer figuritas. ¡No! Espere, espere… Si llueve es mejor porque la cosecha… ¿la siembra será bendecida?

Las doncellas, que ya habían encontrado diversión en mis respuestas, soltaron una risita. Lady Mirenia, en cambio, casi se desploma, quería matarme con su mirada.

—No, no, no —exclamó—. No debe responder así.

Ella lleva las manos a su rostro, respira profundo y reacomoda mis palabras.

—Debe decir, que el clima ha sido benevolente, majestad. Espero que continúe así para bien de las cose