Ella se apenó por lo que le dije y yo la tomé del brazo para sentarla en el comedor, fui de regreso a la cocina en donde los tres pequeños me esperaban.
— ¿Quieren ayudarme mis mini chefs?
— Siiiiiiiii — dijeron al unísono — vamos a ayudarle.
Ellos me ayudaron y luego de que los sándwiches estuvieron listos nos sentamos en el comedor, llevé leche y jugo para los niños.
— Bien, vamos a comer.
Todos comimos y los niños después de terminar se pusieron a jugar, luego de un rato terminaron dormidos y yo los acosté en mi cama.
— Pero señorita — dijo la señora Marianela— ellos están sucios y sus sábanas están tan limpias.
— Eso se puede solucionar con lavarla, una vez que arreglemos su situación voy a cambiar las sábanas y las pondré en la lavadora.
— ¿Acaso me va a ayudar?
— Sí, no pienso dejarla a su suerte con tres criaturas pero dígame una cosa ¿En dónde se encuentra su marido?
— Anda trabajando fuera, viene este fin de semana.
— Ya veo, bueno entonces vamos donde su cu