Tome su mano y los dos saltamos al mismo tiempo, se notaba que disfrutaba hacer esto y no estaba asustada en absoluto.
— Woojoo — grito mientras sonreía de lado a lado.
Nosotros terminamos colgados y ella se notaba visiblemente emocionada, cuando bajamos daba brinquitos del gusto.
— Definitivamente es asombroso, siempre quise hacer esto y le agradezco por permitirme vivir esta experiencia.
— ¿Qué más quieres hacer?
— No sé, soy toda suya señor Lund y lo que decida hacer me parece bien.
— ¿Hasta deportes extremos?
— Hasta deportes extremos — me respondió — la vida es una y se tiene que vivir de la manera que uno desee mientras no dañe a los demás.
— Hoy vamos a dejar de lado los deportes extremos e iremos a hacer algo más calmado.
— ¿Qué vamos a hacer? — me interrogó ansiosa cual niño en la fábrica de dulces.
— Un paseo en yate, vamos.
Nosotros nos fuimos de ahí, una vez que pague por el servicio y Lucía les agradeció a los trabajadores, llegamos al puerto y caminamos en d