Jennifer
Kazimir voltea las sillas sobre las mesas con una facilidad majestuosa, sin sudar ni un poco mientras cierra el lugar. Me apresuro a seguirlo, manteniéndome cerca y limpiando cualquier cosa que los demás pasen por alto mientras recorremos el club vacío en las primeras horas de la mañana. Al menos no son las cinco, como cuando usualmente cerramos.
La música está apagada y las luces normales encendidas. El único sonido es el arrastre de las sillas y la respiración de Kasyan mientras las mueve. Nadie más está con nosotros, excepto Tony, que se mantiene estoico en la puerta, vigilándola de cerca.
—¿Tu familia estuvo en la boda? —pregunto a Kasyan. Había muchísima gente, pero la única persona que vi relacionada con él fue su hermano, y apenas lo vi.
Kasyan no dice nada por un momento, voltea otra silla sobre la mesa y luego gira hacia mí.
—Tengo dos hermanos. Uno estuvo allí. Al otro apenas lo conozco.
—Oh, entonces supongo que estás en una situación similar a la mía, de alguna man