(POV: Mike)
No entendía por qué no podía moverme.
Ella ya se había ido.
Ishtar.
La misma que sobrevivió a un híbrido hecho con mi sangre como plano.
La misma que me tocó… y no huyó.
No gritó. No tembló. No me llamó monstruo.
Solo dijo una frase.
Una maldita frase que me atravesó el pecho más que cualquier cuchilla:
“Vi dentro de ti.”
Como si eso bastara para entenderme.
Y eso… eso fue peor que un disparo.
Me apoyé contra la pared.
Hormigón frío.
Espalda ardiendo.
Respirar era una guerra.
Porque cuando dijo eso…
algo se resquebrajó.
Algo que yo mismo había enterrado.
Vi mis manos.
Cubiertas por el tatuaje.
Orvium latiendo bajo la piel como un parásito que aprendí a domesticar.
Todos piensan que es arte.
Una insignia de poder.
Un adorno tribal para hacerme el interesante.
Idiotas.
Es una condena.
Un grillete viviente.
Un recordatorio de que no soy libre.
Es una cicatriz que nunca cierra.
Una prisión.
Una piel que no puedo quitarme.
Y cuando