(POV: Ishtar)
Dormir no debería doler.
Pero dolía.
En el costado, donde la garra me abrió sin permiso.
Y más allá del cuerpo… en un rincón que no sabía que podía arder.
Un punto ciego dentro de mí, donde el fuego no era luz ni calor… sino eco.
Como si algo se hubiese quedado adentro.
No una garra.
No un veneno.
Algo peor.
Una memoria que no era mía.
Me moví en la camilla, con cuidado.
La herida aún no cerraba del todo, y el vendaje apretaba con una presión que me anclaba a lo real.
El techo blanco de la enfermería no me ofrecía consuelo.
Ni las paredes asépticas.
Ni el zumbido de los monitores, que sonaban más vivos que yo.
Me obligué a cerrar los ojos.
Y el mundo cambió.
*****
No era un sueño.
No del tipo normal.
Era un descenso.
El lugar me pareció conocido, pero no por la vista.
Por el instinto.
Oscuridad total.
Excepto por el fuego.
No ardía.
Pero se sentía.
Como si el calor me observara.
Las paredes eran negras, de un brillo profundo.
Obsidiana… o algo que sangraba