(POV: Mike)
Algo no encajaba.
La señal del medallón de Ishtar había desaparecido del rastreo durante diecisiete minutos con catorce segundos.
Y eso, en campo, es una eternidad.
Cuando reapareció, reportó que estaba bien.
Su voz sonaba firme.
Precisa.
Vacía.
Y esa fue la primera alerta. Porque Ishtar nunca suena así.
No lo pensé más.
Ignoré las órdenes.
Y fui por ella.
Otra vez.
La encontré en el sector C-9.
Justo donde, según el mapa táctico, “no había nada relevante”.
Mentira.
El aire allí era denso.
Pesado.
Como si cada molécula cargara algo que no quería nombrarse.
Ella estaba recostada contra un árbol, semiinconsciente.
Su ropa empapada de sangre, una mano presionando el costado, la otra aferrada a la corteza como si el maldito árbol pudiera sostenerla con vida.
—¡Ishtar! —corrí hacia ella sin pensar.
Al verme, no sonrió.
No dijo nada.
Solo cerró los ojos… y dejó caer la cabeza contra mi pecho cuando la tomé en brazos.
—Hey… hey, no empieces con estos recibimientos que me voy a ma