(POV: Ishtar)
El silencio que dejó el grito del monstruo era antinatural.
No era paz.
Era contención.
Como si el aire mismo supiera que aún no habíamos escapado del infierno.
Lucian seguía de pie frente al cuerpo derrumbado de la criatura. Sus brazos colgaban a los lados, pero sus dedos se contraían como si aún sujetaran algo invisible. Su respiración era pesada, desigual. La energía que lo rodeaba no se había disipado. Al contrario. Se expandía, densa y asfixiante.
Oscura. Errática. Inestable.
—Lucian… —susurré, apenas audible.
No me oyó. O no quiso.
Sus ojos ya no eran suyos. Brillaban con un rojo opaco, sin pupilas, como brasas consumidas por su propio calor. No había rabia en ellos. Ni dolor. Solo vacío.
La criatura aún palpitaba. Su cuerpo temblaba apenas, como si no supiera que debía morir. El cristal en su pecho —el núcleo de Orvium— latía. No por vida. Por obstinación.
Lucian dio un paso adelante. Y su brazo cambió.
Su piel se desgarró desde el codo, abriéndose como una flor n