Nina no sabía si tenía ganas de reírse o de… bueno, es que no había más opciones, porque ¿llorar? ¡Por Victoria únicamente!
No se resistió, dejó que la arrastrara fuera del salón por un corredor trasero, y la subiera a su auto. Jake la sentó como si fuera una niña regañada, y tiró del cinturón de seguridad con un gruñido.
—¡Oye oye! Tampoco te excedas. No es como que me vaya a escapar —murmuró Nina y Jake arrugó el ceño.
—¡Júramelo!
Nina levantó la mano donde tenía la marca de la mariposa y cruzó el índice sobre el dedo del medio.
—¡Lo juro! —respondió con una sonrisa coqueta.
—Eso pensaba… —bufó Jake dándole dos vueltas al cinturón de seguridad en torno al asiento y ama