Quería que alguien le pegara, que lo pellizcaran, que pasara cualquier cosa que le dijera que aquello no era un sueño.
Nina estaba allí, risueña y rozagante como si jamás hubiera pasado por el infierno que él había creado especialmente para ella.
Pero lo que definitivamente Jake no quería, era escuchar la voz de Meredith a punto de armar su siguiente escándalo. No la había visto ponerse lívida como un papel porque en aquel momento solo tenía ojos para Nina, pero a Meredith Lieberman parecían haberla sorprendido todos los demonios del infierno antes de transformarse en una bruja furiosa.
—¡No puedo creerlo! —escupió su madre llegando junto a él—. ¡No puedes dejar que esto pase, Jacob! ¡Esa mujer asesinó a tu padre! ¡No puede estar aquí tan fresca y menos recibiendo un premio…!
—¡