—Alguien que le eche agua o algo… —murmuró el Hellhound después de un minuto entero en que vieron a Jake quedarse petrificado.
—Si te vas a hacer el muerto, tienes que cerrar los ojos, cristiano —advirtió Kolya.
Pero un segundo después lo vieron respirar profundo, ponerse de pie, abotonarse el saco y salir del reservado como si fuera un boxeador a punto de una pelea.
—¡Saca el celular! ¡Saca el celular! —apuró Aleksei a Yuri porque no lograba dar con el suyo y todos se apostaron en la baranda del reservado para no perderse ni un detalle de la Tercera Guerra Mundial que estaba a punto de desatarse en aquel club.
—¿Y si levantamos apuestas? —preguntó el Hellhound, por primera vez un poco distraído en la noche.
—¡Genial! ¡Yo le voy a mi hermanita! —aseguró Yuri—. Mil euros.
—¡