- Levy.- dijo Meg con una voz que le sonó extrañamente temblorosa, y carente de su habitual alegría.- ¿Cómo está mi padre?
Levy la miró a los ojos durante unos segundos, sin responder, como si buscara algo en su rostro, aunque ella no supo muy bien de qué podía tratarse.
- No os quiero mentir, el infarto ha sido grave, y sus órganos se han visto muy impactados, ahora mismo está sedado para evitarle más sufrimiento, y cuando acabemos con todas las pruebas necesarias, y tengamos una idea más clara de lo que está sucediendo podremos decidir si hay que operar.
- ¿Operar?- gritó la madre de Levy asustada ante las palabras del médico.- pero si a él le dan pánico los hospitales, no pueden operarlo.
- Señora, lamento mucho lo que le ha sucedido, pero un infarto tan grave como éste, … si se repite… bueno,