Visita a los suegros

Tras aquella inquebrantable promesa nos dispusimos a disfrutar de una cena preparada en un restaurante chino. Me encantaba la comida china, no al mismo nivel que la italiana, pero se acercaba bastante.

—¿Te gusta el lugar? —me pregunta Alexander viendo con detalle mis ojos iluminados con destellos notorios en ellos—. Sé que te gusta este tipo de comidas.

Su mirada se hizo intensa y profunda, ese azul lleno de deseo era lo que me gustaba ver de él hasta que me veía como una presa.

—Me encanta, ¿Cómo lo supiste?

—Manuel me ayudo con eso —bajo la mirada y apretó las manos—. Él te conoce muy bien.

Una sonrisa tímida se dibujó en mis labios, las mejillas ligeramente sonrojadas me relataban por completo en contra de mí voluntad.

—Me encanta y, no porque Manuel te haya pasado esa información por debajo de la mesa —bromee ligeramente—. Me encanta porque vine aquí contigo.

—¿Hablas en serio? —pregunto con un destelló de esperanza en sus ojos.

Asentí y tome una de las copas vacías que estaban s
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