Capítulo 66. Has creado y criado a un monstruo
El timbre de la puerta hizo que Lía se estremeciera. Ella echó una última mirada al espejo y se levantó de la silla e ignoró deliberadamente el timbre. Recogió el desastre que había en su habitación, sin prisa y sin calma. La mano le temblaba, por lo que se obligó a relajarse.
—¡Señorita Lía! ¡Señorita!
Los gritos le hicieron dar un respingo. Se olvidó por completo de que los artesanos le habían prometido venir temprano para reunirse con ella.
Lía se apresuró a la puerta, pero no se encontró con su gente. Si no con Victoria y su esposo Salvatore. Ella dio un paso atrás, ¿también venían a castigarla por lo que le pasó a Paula y su bebé?
—Los señores la estaban buscando, señorita Lía —dijo el hombre detrás de Victoria.
Lía asintió.
—Gracias don Augusto. Me gustaría pedirle un favor —respondió, obligándose a mantener la calma.
—Usted dirá, señorita.
—¿Puede reunirse con sus compañeros y recoger la mercancía? —le preguntó, ignorando por completo a sus otras visitas. No quería hablar con