SABRINA
Luego de regresar a Nueva Delhi, tomamos el vuelo hasta Roma y de allí, yo seguiría hasta California… sola. Las cosas estaban graves para Leo y, aunque fuera egoísta de mi parte, en lo profundo deseaba que Alina y él tuvieran la oportunidad de vivir su propio cuento de hadas.
Sin embargo, Piero tenía razón y ninguno de los dos debíamos intervenir… aún, para que ese par se diera cuenta que había algo muy poderoso que los uniría de por vida, aunque se detestaran.
Al llegar a casa, lo primero que hice fue ir a ver a mi padre para darle un largo abrazo.
Conversamos de todo lo que había hecho y como iban las cosas con Piero. Aproveché la ocasión para pasar el rato con mi pequeña hermana, quien tenía la barriga a punto de reventar. Sin embargo, se veía adorable y hermosa… aunque sus berrinches lograban desquiciar al pobre de Lucio.
Alina pasó sus últimos días en mi cama, haciendo que cumpliera todos sus antojos incluso en las madrugadas. Sin embargo, aunque la molestaba de vez en ve