Las tres amigas salieron del hospital y caminaron hacia la estación de autobuses en el mismo silencio, una vez dentro del autobús Rebecca empezó a llorar de nuevo, y esta vez, fue acompañada por Johanna que no podía contenerse más, Donna también quería llorar, pero alguna de las tres debía ser fuerte en ese momento y le había correspondido el turno de serlo a ella.
El recorrido hasta su hogar se les hizo eterno, cada una iba sumergida en sus propios pensamientos. Cuando llegaron a su pequeño departamento, se sentaron las tres en el diminuto sofá de la sala y Rebecca hizo la pregunta más difícil del mundo en ese momento.
—¿Qué voy a hacer? —Ella tenía la mirada fija en la alfombra, ya había calmado su llanto, pero el desastre en su interior seguía como un huracán que arrasaba con todo a su paso.
—¿Qué quieres hacer, Becca? Vamos a estar contigo en lo que sea que decidas, cariño, cualquier cosa ¿entiendes? Si quieres terminar con el embarazo, te vamos a acompañar y te vamos a apoyar en